MÁQUINA DE EXPERIENCIAS DE NOZICK.
- David Muñoz
- 15 feb 2019
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 16 feb 2019
Este es un pequeño ensayo que he realizado interpretando el texto de Nozick.

Mi ensayo girará en torno a dos ideas principales. Una primera, en defensa del término placer, como se concebía en sus orígenes en Epicuro. Y una segunda parte, en la cual, defenderé la postura del autor ante la respuesta de si conectarse o no a la máquina que Nozick nos plantea.
Para ponerles en contexto: Nozick plantea la posibilidad científica de una máquina de experiencias la cual podría simular cualquier actividad, cualquiera que desee. Dicha máquina podrá estimular su cerebro para que pensara y sintiera la experiencia que usted haya seleccionado. De modo que “viviría” su experiencia -creería comer los más lujosos platos de la gastronomía japonesa, montar a caballo por el Gran Cañón del colorado…- pero realmente usted estaría en un estanque flotando, conectado a unos electrodos, que a consecuencia producirían esos estímulos. La duración de esta puede ir de un año, a dos o incluso toda una vida. De modo que podría vivir una experiencia de placer eterno el resto de su vida.
“¿Debemos permanecer encadenados a esta máquina para toda la vida, preprogramando las experiencias?”
¿Se conectaría? -Nos encontramos ante una pregunta dicotómica en la que las dos posibles y únicas respuestas son sí o no. Cierro la posibilidad de otras posibles respuestas porque entraríamos en un debate abocado al fracaso, ya que, no estaríamos debatiendo sobre la misma problemática.
Ante estas dos potenciales respuestas trataré de empezar con las personas que dirían -sí-según Nozick.
Siempre indagamos en si la respuesta debe ser sí o no, pero ¿por qué esta pregunta? Sabemos que Nozick plantea este experimento de la máquina de experiencia como argumento en contra de la ética hedonista. Nozick cree que un hedonista se conectaría a la máquina por el mero hecho de que solo buscan placer y esta conexión se lo podría proporcionar –un placer eterno.
Entonces Nozick plantea que si somos capaces de imaginar esta situación, y respondemos –no- a conectarnos, la ética hedonista quedaría automáticamente refutada.
En mi opinión aquí comete un error Nozick al considerar que un hedonista se conectaría a la máquina. A mi parecer confunde el término placer que se utiliza, por ejemplo, en Epicuro, con el término placer que se usa en la actualidad. Que este último es el que te llevaría (en un hipotético caso) a pensar que alguien puede llegar a responder-sí- a la conexión. Un placer banal.
Quiero exponer a continuación la siguiente problemática: En los orígenes del hedonismo ¿qué era placer desde la perspectiva de Epicuro?. Para rechazar la visión de placer que tiene Nozick en ellos.
Para Epicuro hay dos clases de placeres, los cinéticos y los catastemáticos.
Los primeros se obtienen por los sentidos. Para él, estos placeres son insaciables y efímeros y en última estancia estos llevarían a sufrimiento y dolor. Por lo que recomienda satisfacer tales placeres en tanto que sean indispensables. A lo que añade que quien pretenda satisfacer todos los placeres tan solo encontrará turbación, malestar y dolor.
El porqué de la explicación de este tipo de placer es para aclarar que el sentido que le da Nozick a la palabra placer, podría ser este tipo de placer – los cinéticos-, pero que queda claro que Epicuro los rechaza hasta el punto de saciarlos en tanto que sean indispensables, pero no entregarse a ellos. En resumen, no entregarse a una máquina que te ofrezca un placer eterno. Sería erróneo y contraproducente.
Y en segundo lugar, los placeres catastemáticos, son los placeres que surgen tras la ausencia del dolor en el cuerpo y turbación del alma. Al suprimir el sufrimiento, tan solo queda el goce de la propia existencia. Esta es la ataraxia, pudiéndose entender como el goce de existir.
El sabio para Epicuro es aquel que ha aprendido a desear solo lo básico, porque desear más de lo necesario atormentaría al individuo, y aquel que se rodea de buenos amigos con los que conversar y filosofar. Es aquí en estas actividades donde se encuentra el placer real y auténtico, porque son causas de la serenidad y el sosiego. En definitiva, el sabio es aquel que reconoce cada instante de la realidad y aprecia que cada uno de ello es maravilloso, a consecuencia hay que gozarlo y vivirlo como si fuera el último –otra razón por la que no se conectaría Epicuro a la máquina, la vida ya es bella como para rechazarla conectándose a unos electrodos que vivan por nosotros.
Pierre Hadot en ¿Qué es la filosofía antigua? Hace un buen resumen de la búsqueda de placer en Epicuro:
“Para Epicuro, la elección socrática y platónica a favor del amor por el bien es una ilusión: en realidad, lo que mueve al individuo no es más que la búsqueda de su placer y de su interés. Pero el papel de la filosofía consistirá en saber buscar de manera razonable el placer, es decir, en realidad, en aspirar al único placer verdadero, el simple placer de existir. Pues toda la desdicha, toda la pena de los hombres, procede del hecho de que ignoran el verdadero placer. Al buscarlo, son incapaces de alcanzarlo, porque no pueden satisfacerse con lo que tienen, o buscan lo que está fuera de su alcance, o porque estropean ese placer al temer siempre perderlo. Podemos decir en cierto sentido que el sufrimiento de los hombres se origina principalmente en sus opiniones huecas, luego en sus almas” (Pierre Hadot, 1998)
Aquí es donde podría estar la confusión de Nozick, al creer que los hedonistas se conectarían. Él entiende a los hedonistas como estas personas que buscan placer más allá de sus posibilidades, entonces esas personas probablemente al sufrir por no encontrar su felicidad, si se conectarían a la máquina. Porque estos, tienen una búsqueda insaciables de placeres ya que nunca encuentran la ataraxia. Pero estos no serían hedonistas, ya que, buscarían el placer de forma errónea a la que indica Epicuro.
Aquí Epicuro, refutó la idea errónea de hedonista siglos antes a Nozick con esta afirmación:
“Cuando decimos que el placer es el bien supremo de la vida, no entendemos los placeres de los disolutos y los placeres sensuales, como creen algunos que desconocen o no aceptan o interpretan mal nuestra doctrina, sino el no tener dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.” (Epicuro. Carta a Meneceo.)
Dicho esto, discrepando de Nozick en su visión, en mi opinión, errónea de la ética hedionista, al menos en la de Epicuro, estoy de acuerdo con él en que nadie en su sano juicio diría –sí- a conectarse a la máquina de experiencias. Creo que enfoca mal su crítica al hedonismo, pero la máquina de experiencias nos es útil para debatir sobre la importancia de vivir, de vivir nosotros, sin que nada ni nadie lo haga en suplencia nuestra. En resumen; la autenticidad de la vida.
¿Por qué se tendría que decir –NO- a conectarnos?
En primer lugar, una de las razones por la que no nos conectaríamos sería porque queremos hacer ciertas experiencias.
Imagine que a usted le gusta tocar el violín, y quiere volver a tener el placer de tocarlo. Ahora bien, se conecta a la máquina y tiene una experiencia tocando el mejor violín del mundo. ¿Realmente usted habría hecho esa actividad? ¿Tendría satisfacción de haberlo hecho usted? –No-.
Posiblemente me podrían criticar esta posición argumentando que, en la actualidad, hacemos actividades en la que nos sumergimos en un mundo virtual, tales como videojuegos, películas de simulación etc. Pues bien, parad a reflexionar, ¿es equivalente una actividad a otra? Cuando nos adentramos en el mundo tecnológico actual, aunque parezca que estamos dentro de otro mundo, somos nosotros los que estamos jugando a ese juego, estamos viendo esa película de simulación… detrás de la pantalla estamos nosotros actuando ante ese mundo virtual, en cambio, en la máquina de experiencia somos entes pasivos ante una experiencia.
En segundo lugar, otra razón para no encadenarse es que queremos ser de una forma concreta, queremos crearnos a nosotros mismo. Aspiramos a algo más que un ente tumbado en un estanque, que en realidad por muchas experiencias con la que estén bombardeando su cerebro, esas experiencias no son suyas. -¡No se está creando!-. Una persona necesita de su experiencia para – SER- ¿qué es esa persona tendida en el estanque? ¿Es extrovertida? ¿Alegre? ¿Simpática?
No podemos responder a estas preguntas porque la persona no está viviendo por ella misma, entonces no está creando su propia personalidad. Cada uno debemos de vivir, para que con nuestros fallos y aciertos nos vayamos creando y moldeando a nosotros mismo.
Decía Nietzsche de forma irónica “(…) vivir es infinitamente más arriesgado, somos de cristal. ¡Pobres de nosotros si apenas chocamos! Una caída, ¡y todo se acabó!” (Nietzsche, F., 2007, p 133)
Criticando a las personas que tienen miedo a vivir. Lo podríamos extrapolar a las personas que se conectarían, porque tienen miedo al dolor, al fallo o a ser consciente de la muerte y renuncian a arriesgarse en la vida real para conectarse a una máquina, sin saber que al negarse a vivir por ellos mismos, por miedo al dolor o a la muerte, ya están muertos. Esta máquina sería como una especie de suicidio.
Otro cita de Nietzsche que viene bien para esta posición, dice así:
“Quien quiere dormir deja a oscuras su habitación o se mete en una cueva. ¡Esto va para los que ignoran lo que buscan con más empeño y les gustaría saberlo!” (Nietzsche, F., 2007, p 134)
Esta cita iba dirigida por la caverna de Platón, dejando apreciar que hay personas que prefieren la comodidad de la caverna, en vez de buscar unos objetivos propios. Porque la concepción que tiene este autor de la vida es que el sentido de la vida, de cada persona, no debe ser impuesto, porque de así serlo las personas dejarían de arriesgarse, ya que al imponerle una meta esta dejaría de tener sentido (porque está impuesta). El sentido de la vida debería de ser algo propio y para uno mismo, no deberían de imponernos otro – no debe vivir una máquina por mí.
En tercer y último lugar, someterse a la máquina nos limitaría a un mundo hecho por el hombre, no habría un contacto efectivo con ninguna otra realidad más profunda. Sería una vida artificial. Una vida fría.
Para finalizar y sirva como conclusión, he de defender los placeres en la vida. Sin ellos no tendríamos felicidad. Pero a la vez tenemos que aceptar que en la vida existe sufrimiento y no hay que evitarlos. Sino que hay que saberlos llevar. No podría existir el placer sin el sufrimiento –o ¿podría existir lo cóncavo sin lo convexo?-. Pero hay que realizar una búsqueda de placeres que estén a nuestro alcances –pasear un día de primavera, leer un libro que te apasione, degustar tu plato favorito-. Alcanzar cada uno de estos pequeños placeres que tiene la vida sin hacer un uso inapropiado de estos. Por ello, creo que la máquina de experiencias sería contraproducente para nosotros porque nos abandonaríamos al placer eterno, sin saber realmente qué es el placer. Sin tener un goce real del mero hecho de existir. La belleza de la vida reside en su autenticidad, en que la creamos nosotros.
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